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Las encuestas y los resultados

Todos al ver el resultado a la presidencia este domingo 4 de mayo nos preguntamos. Y que pasaron con esas encuestas? Porque los resultados eran diferentes a lo que indicaban las mismas?

Con el texto de Ebrahim Asvat acompañado de una imagen de unos de mis álbumes de vinil favoritos, nos podrán brindar mayor explicación a este tema.

 

 

 

 

 

Las encuestas y los resultados

Ebrahim Asvat



¿Chanfle que fue lo que pasó?  ¿Las encuestas son una forma de medición científica de la opinión pública y nadie se acercó  a los resultados electorales?   ¿Cómo fue posible que todas las encuestadoras fallaron?    Corresponde a los encuestadores dar su versión y  la cara.   Y la versión debe ser honesta no justificativa porque la responsabilidad ante la ciudadana es grande y por considerarse científica nos obligaron a muchos a seguir ese camino.   Yo no me encomiendo a la suerte en un tema tan importante como el futuro del país.     A escaso un año del gobierno   describí a Ricardo Martinelli como un hombre de   Voluntad y Acción y no de Razón y Estado de Derecho.  Justo entonces todavía el Partido Panameñista era parte del gobierno y creía en el cambio.    Lamentablemente el cambio fue para peor y no existía en mi mente otra preocupación que rectificaran  y el gobierno no lo hacía.  Es más se burlaba de la razón, la decencia y la institucionalidad democrática.   Y yo pague mis consecuencias por esas advertencias al país.   Mis escritos son clara muestra de mi posición y no son palabras que se lleva el viento,  permanecen perennes y sirven para cualquier tipo de reclamo si me distanciara de mis convicciones.   Eso no es político, dirán mucho, pero mi apostolado no es la política como expectativa personal sino de transformaciones  necesarias en  el país para garantizarles el bienestar y las oportunidades a todos los panameños.   Esa es mi  única confirmación de fe.   Todo lo demás no cuenta.  Yo firmé un contrato con Televisora Nacional S.A.  para analizar la situación política y las encuestas durante el período electoral.    Al principio empecé a opinar sobre las encuestas de Ditcher y Neira en mis bitácoras.   Mientras más se acercaba el período de las elecciones algo me empezaba a incomodar.   Yo no me catalogo como imparcial.   Soy un convencido profundo de la democracia y la libertad y nada me hará aplaudir o bendecir los actos arbitrarios o los sesgos autoritarios de los gobernantes.  Los vi desde temprano en Ricardo Martinelli y me fui de frente.   Objetivo si lo puedo ser y fue mi compromiso con los análisis.   Cuando se produjeron los resultados de la encuesta de Ditcher y Neira en Mayo del 2013 escribí una bitácora el 22 de mayo  titulada: “De encuestas y Muestreo Polietápico”,  el último párrafo cerraba así: “Me siento que de alguna forma me están tomando el pelo o piensan que en un país donde virtualmente reina la mediocridad y la chabacanería hay derecho a insultar la inteligencia”.    Luego, el 23 de mayo escribí otra titulada: “Muestreo Polietápico y otras yerbas aromáticas” donde comparaba ese muestreo con un postre sin azúcar, harina, lácteos, sal y levadura.  Es decir  sin esos ingredientes dejaba de ser un postre a pesar de   ser ofrecido como tal.

Eso ocasionó una citación de reunión con el medio televisivo.    Me pasé de la raya y tenían razón.   El medio estaba invirtiendo miles de dólares para producir información certera sobre la intención de los panameños y había contratado a la mejor encuestadora de Panamá.   La encuestadora no se había equivocado en los resultados de la encuestas en todas las elecciones desde 1994.   Además, la metodología utilizada era científica.   Dudar de una encuesta con metodología científica era dudar de la razón instrumental.   Salí convencido.  Ese era el camino a seguir no podía estar especulando contra la ciencia sobre la base de argumentos guiados por  la inteligencia emocional.

Deje de dudar de la certeza de las encuestas y las comparaba con las publicadas en otros medios y todas marcaban la misma dirección.   Mi estado anímico empezaba a alterarse.  Le daba fe a las encuestas pero mis convicciones democráticas me decían que el país con un resultado similar caería en un hueco profundo con pocas opciones de salir.  Cambié de estrategia y titulaba mis bitácoras con frases como “Si Mimito no sube la loma”,  “La intención de votos y los candidatos”, “la percepción y la cruda realidad”, “Nada está escrito en piedra”,  “Entre encuestas y dados”.   Los meses pasaban y todas las encuestas mostraban  los mismos resultados.   Preferí no escribir sobre encuestas.   Luego decidí no seguir escribiendo.   La última bitácora fue clara demostración de   mi fe  trastabillando.  Nada parecía afectar los resultados en las encuestas.   El rumbo de país propuesto por  los gobernantes  desatendía los reclamos de la sociedad civil y la voz de la conciencia nacional y santificaba indirectamente los actos corruptos denunciados al igual que el reparto de los negocios del Estado entre allegados.  Todo parecía entonces, el camino a perpetuarse.    Confieso que empecé a temer las consecuencias  de esa aberración si se   prolongaba  por cinco años más.  Las encuestas científicas lo confirmaban.  Por primera vez pensé en  la hora de liquidar mi patrimonio y empecé a tomar los pasos.    Nos íbamos a un Somocismo de país centroamericano como gobierno.   Nada indicaba una anhelada polarización de las elecciones para definir esto.  Al final, el propósito era  un cambio de gobierno con cambio de partido político.   Ya no importaba los planes y las propuestas porque existía un interés superior por la alternancia política.   Las encuestas fallaron y a Dios gracias venció uno de los dos candidatos de la oposición: Juan Carlos Varela,  con un amplio margen de ocho puntos en unas elecciones que no se llegaron a polarizar.   Las encuestas jamás le valoraron la posibilidad con ese amplio margen.  Este gobierno de Ricardo Martinelli ha sido la peor amenaza sufrida por nuestro país en materia de institucionalidad democrática y corrupción y  con una manifiesta intención de alterar los valores de la sociedad panameña.   Hoy podemos respirar tranquilos.   Esperé las explicaciones de los representantes de las casas encuestadoras antes de emitir las mías.  Dos salieron a dar la cara.   Ninguno reconoció su equivocación.  Solo  pretendieron  dar una explicación poco creíble de sus resultados.    Yo seguí las encuestas como lo hicieron muchos panameños y las mismas no nos dieron luces claras del pulso del país.    Eso no me lleva ahora al campo del esoterismo para producir interpretaciones de la realidad social.   Sigo creyendo en las metodologías científicas y quizás estas necesiten una reingeniería para interpretar las voluntades populares en nuestro país.   El miedo, el voto oculto,  la indecisión son factores desatendidos por las encuestas y producen resultados incorrectos.   Nos fuimos tanto los medios de comunicación como los  periodistas y generadores de opinión detrás de las encuestadoras.  Y caímos todos de buena fe en el error. al reflejar una objetividad distante a la realidad.    El pueblo panameño reaccionó en el sentido correcto y hoy respiramos paz y tranquilidad.   Anhelamos  la vuelta de la  decencia como el norte de los panameños y que estos días oscuros  vividos  durante el gobierno de Martinelli no se vuelvan a repetir.   Quizás no nos preocupamos lo suficiente. La democracia se protege todos los días y los espacios de libertad no se claudican aun cuando sea el mejor de los panameños  el que nos gobierne.

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