El dilema tricefálico israelí

Redacción del amigo Angel Ricardo Martínez, retomando el segmento gustado or muchos "Tirando a Matar". Esta vez algo de buena lectura bien analizada del la situación actual de Israel.

Disfrútenlo.

 

 

El dilema tricefálico israelí Por: Angel Ricardo Martínez  Israel tiene un dilema. Y no es cualquier dilema, pues su existencia tal y como la conocemos en la actualidad depende críticamente de él. El “sueño hecho realidad” del sionismo se encuentra ante tres preciados tesoros: la democracia, la naturaleza judía del Estado, y los territorios ocupados en la Guerra de los Seis Días (el Golán es otro tema). Generoso, el destino le está dejando escoger dos de esos tres. Y en esas se encuentra: si elige ser democrático y judío, tendrá que despedirse de los territorios. Si opta por ser democrático y conservar los territorios tendrá que despedirse de su naturaleza de Estado étnico/religioso, y si se decide por conservar los territorios y su naturaleza judía está irremediablemente abocado a no ser democrático. Aunque no es que ya lo sea mucho, como podrán atestiguar el 20% de los ciudadanos de descendencia árabe. En las últimas dos décadas, la discusión del conflicto palestino-israelí se centra, equivocada e intencionalmente, en alcanzar la paz. Para ello, sostienen las “lumbreras” internacionales, Israel debe soltar el tesoro de los territorios, permitir la creación de un Estado palestino en las fronteras pre-1967 (con mínimas variaciones e intercambios de territorio 1:1) con Jerusalén Oriental como su capital, y alcanzar un acuerdo sobre el tema de los refugiados palestinos y su derecho al retorno, amparado en la Resolución 194 de la ONU. Todos estos lineamientos han sido claramente definidos a lo largo de los 20 años en los que el dilema tricefálico israelí lleva existiendo. Este escenario se vio reforzado cuando en 2002 los 22 países árabes reunidos en Beirut firmaron una iniciativa de paz que ofrecía total reconocimiento al Estado de Israel, el establecimiento de relaciones diplomáticas completas y considerar el conflicto árabe-israelí terminado a cambio de las condiciones expuestas arriba. La iniciativa, que fue ratificada en Riyad hace un año, iba incluso más allá: ofrecía a Israel el poder de veto sobre la futura solución al problema de los refugiados. La Iniciativa Árabe de Paz (como se le conoce actualmente) ha sido alabada casi unánimemente a nivel internacional (especialmente comparada con los 3 “Nos” de 1967 en Jartún) como el modelo a seguir para resolver el conflicto.  El pedazo de la historia que no se suele contar es que todo el marco en el que se centra la discusión, el mencionado dilema israelí, se basa en una oferta hecha el 15 de noviembre de 1988, cuando la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), mediante la Declaración Palestina de Independencia (Algiers), aceptó como solución al conflicto la creación de un Estado palestino en las fronteras de 1967. Ese día, el pueblo palestino renunció al 78% de la Palestina histórica a cambio de paz. Esa oferta, que aún está vigente, no deja de ser una oferta. Y como toda oferta, puede ser retirada.  En agosto, un grupo de intelectuales palestinos dentro y fuera de los territorios (el Palestine Strategy Study Group) elaboró un documento titulado “Recuperando la iniciativa: Opciones estratégicas palestinas para finalizar la ocupación israelí” en el que declaran que Israel “sobreestima su propia fortaleza y subestima las oportunidades estratégicas abiertas a los palestinos”. El documento asegura que los cuatro escenarios atractivos para Israel --la prolongación indefinida de las negociaciones (y del status quo), la partición provisional del territorio o “solución provisional de dos Estados”, la separación unilateral estilo Gaza (que muchos temen que se lleve a cabo una vez completado el 'Muro de Seguridad') y el 'retorno' de Jordania y Egipto a la Cisjordania y la Franja de Gaza respectivamente-- son inaceptables para los palestinos y, más aún, pueden ser bloqueados por ellos. Para ello, los intelectuales proponen cuatro estrategias principales: primero, la retirada de la oferta de 1988; segundo, la reconstitución de la Autoridad Palestina (incluyendo una posible disolución); tercero, una resistencia 'inteligente' (opuesta, por supuesto, a la inútil estrategia de cohetes artesanales y piedras frente a los tanques israelíes) y, por último, la introducción de un futuro Estado binacional como la alternativa preferida por el pueblo palestino. Estas cuatro estrategias, sostiene el Dr. Bashir Bashir (miembro del grupo y a quién tuve el placer de conocer en Jerusalén) “están al alcance de los palestinos” y, más aún, “no hay nada que Israel pueda hacer para evitarlo. Aquí hay algo que debe quedar claro: los palestinos no luchamos por un Estado ni por la paz, luchamos por reconocimiento, por tener derechos, por nuestra identidad, por acabar con la ocupación y la humillación. Hace 20 años le hicimos a Israel una oferta sin precedentes, que se vio reforzada por la Iniciativa Árabe. Les estamos dando el 78% de la tierra en la que vivíamos, y no aceptan. ¿Qué más quieren?”. Después de una semana en Israel, de escuchar toda clase de opiniones provenientes de verdaderas eminencias en la materia, eso mismo me pregunto yo: ¿Porqué, 20 años después, Israel no acepta la oferta? ¿Porqué siguen expandiéndose los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Oriental? ¿No se dan cuenta de que el tiempo y la demografía están del lado palestino? ¿No se da cuenta de que el conflicto y su posible resolución están enmarcados en una retórica irreal, que la existencia de un Estado palestino es crítica para la supervivencia del Estado de Israel pero no así para el pueblo palestino?  Durante una charla, le sugerí la posibilidad de un Estado binacional al expositor. Su respuesta me resumió bastante bien la actitud israelí: “para los israelíes es más importante que el Estado sea judío que  democrático. Si esto no va a ser un Estado judío, ¿qué sentido tiene vivir aquí? Casi todo el mundo se iría”. Desde ese día, todas las mañanas me levanto con la ilusión de mirar las noticias y enterarme que la Autoridad Palestina y Hamás han decidido disolver la resistencia, abandonan la idea de un Estado palestino, y piden a Israel pacíficamente vivir todos juntos en la tierra de Palestina, incluyendo los vergonzosos cinco millones de refugiados palestinos alrededor del mundo. La pelota estaría en el tejado israelí. Después de 20 años de ser incapaces de resolver el dilema, los palestinos lo hicieron por ellos. ¿Y ahora qué? 

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