Cuando David Murcia fue capturado en Campana el pasado 19 de noviembre para ser deportado inmediatamente a Colombia, recibió un trato muy distinto al que estaba acostumbrado en sus años de residir en Panamá. Y es que como un empresario con un negocio en expansión, Murcia además de doce vehículos de lujo, tres yates y aviones, acumuló contactos políticos, más aún con una campaña electoral que empezó con mucha anticipación y con gastos muy altos desde las elecciones primarias.
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